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Destellos ambivalentes
Contemporáneos a los cuentos incluidos en dos libros previos del autor, los de Bengalas fueron escritos entre 2008 y 2012. Son doce y comparten registros, tonos (similares a murmullos, al comienzo poco inteligibles y de pronto luminosos) y universos cotidianos a los que la irrupción de un elemento fantástico modifica de manera definitiva; en "Sanlugón", un personaje renuncia a su empleo porque comienza a padecer una enfermedad que lo reducirá al tamaño de una pasa de uva. A Enrique Decarli (Buenos Aires, 1973) le bastan pocas frases para desviar la lógica narrativa y explorar el mundo con otros ojos, como se aconseja en "Los despojados", el primer cuento: "Entonces me pidió que volviera a mirar. Que por favor mirara bien. Que por un segundo me olvidara del mundo de arriba". En otros relatos los objetos se humanizan (en "Cuatro tapas y manijas amarillas", un plomero le hace preguntas a un bombeador y las llaves térmicas hablan; también es probable que la cerradura conspire contra el dueño de casa) o se incorporan como prótesis a los cuerpos de los personajes.
La edición incluye "Vía Láctea", la historia del hijo de un viajante al que, quizá por última vez, acompaña en su recorrido. Durante la estada en Villa Mercedes, el chico imagina que su padre lleva una doble vida, debuta sexualmente y entrevé en la plaza del pueblo a un anónimo héroe popular (o a un mero delincuente, eso depende del punto de vista). En todos los relatos de Decarli reluce, como un destello tenue, un sentimiento de esperanza que, como tiene lugar en situaciones acabadas, provoca efectos ambivalentes.
Bengalas
Por Enrique Decarli
Paisanita Editora
70 páginas
$ 120